viernes, 3 de junio de 2011

Al Pescador

Anduvo en la noche entrada
el joven de mar hambriento.
Anduvo en noche: madrugada,
agua y sal, y preguntas al viento.

Viajan en su cabeza ocupada
la caña del pensamiento,
botas altas y altas ramas
y las ratas de su lamento.

Oyó las olas que lo helaban
yació fruncido, digno, inquieto.
Postró el rostro que emanaba,
y para olvidar quebrantó el tiempo.

No es más que amor hervido,
no es más que sal en caldo,
como ya dije: rostro fruncido
y el propósito de olvidarlo.

Sienta pronto mirando fijo
no desespera si no hay pescado.
La mar en reflejo dijo
que sólo el tiempo es quien cubre el llano.

Entonces piensa y fiel espera
a que el agua dé su regalo.
Fija vista en luna llena,
en sus ojos de haber llorado.

Canta el gallo, cae la brisa,
luce el alba y no ha picado.
Su red pues, vacía, si no pica
tan siquiera un "mujo" de palmo.

Marcha a casa, se despide
de otro día. Cruz de palo.
Mas se alegra de no estar triste,
y sus ojos de haber llorado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario