Necesito el árbol,
que al escribir me de sombra,
que proteja del fuego,
que a los ojos estorba…
Necesito el limonero
en cual brazos, azahar brota.
Dígaselo al fuego austero,
dígale al que mis ojos estorba…
Luego busco el camino
entre tablachos y acequias hondas.
Pozas secas y seco río,
secos pastos y secas brozas.
¿Dónde está mi albedrío?
¿Dónde se muere la alforja?
Antes nido, ahora ladrillo.
Antes sol, y ahora puta sombra.
Sigo y busco ese camino,
en limones que suelo adornan.
Huerta mía, huerto mío.
¿Dónde estás? No te me escondas.
En su huerta ya hay ladrillo,
pinta verde y “Don Dinero” arropa.
Quizás parque, quizás castillo…
quizás chiquillo, que sueño rompa.
En mi huerta mandarinos.
Y el agrillo. Y a la sombra.
Sol estorbas, asesino
que a mis ojos miras, y tras verte lloran.
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